Ei, bones!

(Entrada publicada originàriament el 22 de maig de 2007 a cat.bloctum.com/diferenciairepeticio)

Sóc l’Aurora i aquest matí m’he decidit a començar un blog. Espere que no siga una d’eixes coses que encete amb una meravellosa sensació de que (aquesta vegada sí) mantindré continuïtat i constància i, en un tres i no res, relegue tal sensació a la més absoluta deixadesa. Moltes vegades m’ha passat això en la meua vida i és que, al final, és qüestió d’anar provant si alguna història de totes les que em plantege, arriba a perdurar significativament en el temps.

Resulta que, en anar al locutori de baix de ma casa (perquè sí, sóc un d’eixos bitxos raros que no té internet a casa i mira per on, s’encabota en fer un blog) i, de sobte, davant la pantalla de l’ordinador 8, m’ha vingut la inspiració. Buscant en google, he descobert un link de blogs en català. He clickat i, després de navegar pels què més em cridaven l’atenció (sense seguir cap més criteri que el nom que m’agradés), he estat a punt de registrar-me amb el meu nom propi. Tanmateix no ho he fet, perquè en eixe cas, el blog es diria “aurora” i clar, per molt que em puga agradar el meu nom, la veritat és que no és gens original. Així que he tancat la finestra a l’espera d’un moment que estigués més inspirada.

I bé, eixe moment és ara. Bo, ha sigut fa una estona. Ara el que intente fer és donar-li forma, o millor, construïr-lo amb el llenguatge. El cas és que ja tinc nom: Diferència i repetició.
(Acabe d’escriure’l i m’ha assaltat la ment un pensament: però què poc original! I la veritat és que és una simple còpia. És el títol d’un llibre de Gilles Deleuze, o siga que collita pròpia no és, vaja. Però el vaig a mantindre igualment perquè mira, la humanitat és això: diferència i repetició, així que jo puc repetir les paraules del filòsof. Estic en el meu dret.)

La qüestió ara, radica en explicar el per què d’aquesta tria. El per què de que diferència i repetició haja estat la sel.lecció de paraules guanyadora (enhorabona!). Doncs bé, la cosa ha estat així:
Aquesta vesprada, estant a la cafeteria de la facultat, he sentit l’impuls d’anar a la biblioteca a buscar (vete tú a saber por qué) algun llibre d’Antonio Negri.

Després de descartar algunes obres en italià i, per suposat, altres “Negri” que no eren Toni, he clickat sobre Imperio (que encara no he llegit, ho reconec), m’he apuntat la referència en el marcallibres que porte en el llibre que estic llegint (del qual no val la pena parlar) i l’he buscada. Però, per a ser sincera, no m’aclarisc amb el mètode utilitzat a la biblioteca de socials (potser siga una mica curteta) i no m’abellia gens preguntar als qui curren allà, així que, després d’una intentona frustrada, he abandonat la meua recerca. He tornat al catàleg virtual en busca d’una referència de Marcuse i, quan m’he dirigit a la prestatgeria on, suposadament, estava, he vislumbrat un exemplar de Conversaciones de Gilles Deleuze, que és, ni més ni menys, el responsable del títol del meu blog. I és que, a poc que he llegit les primeres pàgines d’aquestes converses, m’he adonat de què és un llibre fantàstic.

I per a mostrar-ho, vaig a citar alguns passatges dels que he pogut llegir fins ara. Segur que us quedeu prendats i prendades.
Però abans, donar-vos la benvinguda a Diferència i repetició, el meu blog. És un plaer contar amb la vostra lectura.

Endavant, Gilles:


¿Por qué reunir textos de entrevistas que se han producido a lo largo de casi veinte años? Porque a veces las conversaciones duran tanto que ya no sabe si son conversaciones de paz o de guerra. Es verdad que la filosofía es inseparable de una cierta cólera contra su época, pero también que nos garantiza serenidad. Ello no obstante, la filosofía no es un Poder. Las religiones, los Estados, el capitalismo, la ciencia, el derecho, la opinión o la televisión son poderes, pero no la filosofía. La filosofía puede implicar grandes batallas interiores (idealismo-realismo, etc.) pero son batallas irrisorias. Al no ser un Poder, la filosofía no puede librar batallas contra los poderes, pero mantiene, sin embargo, una guerra sin batalla, una guerra de guerrillas contra ellos. Por eso no puede hablar con los poderes, no tiene nada que decirles, nada que comunicar: únicamente mantiene conversaciones o negociaciones. Y, como los poderes no se conforman con ser exteriores, sino que se introducen en cada uno de nosotros, gracias a la filosofía todos nos encontramos constantemente en conversaciones o negociaciones y en guerra de guerrillas con nosotros mismos.

(…) Pertenezco a una generación, a una de las últimas generaciones que han sido más o menos asesinadas por la historia de la filosofía. La historia de la filosofía ejerce, en el seno de la filosofía, una evidente función represiva, es el Edipo propiamente filosófico: “No osarás hablar en tu propio nombre hasta que no hayas leído esto y aquello, y esto sobre aquello y aquello sobre esto.” De mi generación, algunos no consiguieron liberarse, otros sí: inventaron sus propios métodos y reglas nuevas, un tono diferente. Pero yo, durante mucho tiempo, “hice” historia de la filosofía, me dediqué a leer sobre tal o cual autor. Pero me concedía mis compensaciones, y ello de modos diversos: por de pronto, prefiriendo aquellos autores que se oponían a la tradición racionalista de esta historia (hay para mí un vínculo secreto entre Lucrecio, Hume, Spinoza o Nietzsche, un vínculo constituido por la crítica de lo negativo, la cultura de la alegría, el odio a la interioridad, la exterioridad de las fuerzas y las relaciones, la denuncia del poder, etc.). Lo que yo más detestaba era el hegelianismo y la dialéctica. Mi libro sobre Kant es muy distinto, y le tengo gran aprecio: lo escribí como un libro acerca de un enemigo cuyo funcionamiento deseaba mostrar, cuyos engranajes quería poner al descubierto –tribunal de la Razón, uso mesurado de las facultades, sumisión tanto más hipócrita por cuanto nos confiere el título de legisladores. Pero, ante todo, el modo de liberarme que utilizaba en aquella época consistía, según creo, en concebir la historia de la filosofía como una especie de sodomía o, dicho de otra manera, de inmaculada concepción. Me imaginaba acercándome a un autor por la espalda y dejándole embarazado de una criatura que, siendo suya, sería sin embargo monstruosa. Era muy importante que el hijo fuera suyo, pues era preciso que el autor dijese efectivamente todo aquello que yo le hacía decir; pero era igualmente necesario que se tratase de una criatura monstruosa, pues había que pasar por toda clase de descentramientos, deslizamientos, quebrantamientos y emisiones secretas, que me causaron gran placer. Mi libro sobre Bergson es, para mí, ejemplar en este género. Hoy, muchos se dedican a reprocharme incluso el hecho de haber escrito sobre Bergson. No conocen sufcientemente la historia. No saben hasta qué punto Bergson, al principio, concentró a su alrededor todos los odios de la Universidad francesa, y hasta qué punto sirvió de lugar de encuentro a toda clase de locos y marginales mundanos y trasmundanos. Poco importa si esto sucedió a pesar suyo o no.
Fue Nietzsche, a quien leí tarde, el que me sacó de todo aquello. Por que es imposible intentar con él semejante tratamiento. Es él quien te hace hijos a tus espaldas. Despierta un placer perverso (placer que nunca Marx ni Freud han inspirado a nadie, antes bien todo lo contrario): el placer que cada uno puede experimentar diciendo cosas simples en su propio nombre, hablando de afectos, intensidades, experiencias, experimentaciones. Es curioso lo de decir algo en nombre propio, porque no se habla en nombre propio cuando uno se considera como un yo, una persona o un sujeto. Al contrario, un individuo adquiere un auténtico nombre propio al término del más grave proceso de despersonalización, cuando se abre a las multiplicidades que le atraviesan enteramente, a las intensidades que le recorren. El nombre como aprehensión instantánea de tal multiplicidad intensiva es lo contrario de la despersonalización producida por la historia de la filosofía, es una despersonalización de amor y no de sumisión. Se habla desde el fondo de lo que no se conoce, desde el fondo del propio subdesarrollo. Uno se ha convertido entonces en un conjunto de singularidades libres, nombres y apellidos, uñas, cosas, animales y pequeños acontecimientos: lo contrario de una vedette. Fue así como yo empecé a escribir libros en este registro de vagabundeo, Diferencia y repetición y La lógica del sentido. No me hago ilusiones: son libros aún lastrados por un pesado aparato universitario, pero intento con ellos una especie de trastorno, intento que algo se agite en mi interior, tratar la escritura como un flujo y no como un código. Hay algunas páginas de Diferencia y repetición que estimo especialmente, como por ejemplo las que tratan de la fatiga y la contemplación, porque ellas proceden, a pesar de las aparencias, de la más viva experiencia vital. No era mucho, sólo un comienzo.

Així que l’Aurora, a l’igual que Gilles, us parlarà, en propers llençaments, de la seua experiència vital. Qui vullga llegir i interaccionar, bé. Qui no, també. Potser no siga molt, només un començament. Gràcies per suportar-me (a totes aquelles que ho facen i a tots aquells que ho fan dia rere dia). Ja sé que no sempre és fàcil!