En consonància amb el meu gust per fer coses a l’aire lliure a l’època estival, anit vaig poder gaudir d’un fantàstic concert de jazz als jardins del Palau de la Música.
Vam anar allà a veure què hi passava i només arribar ens vam trobar que, després d’una explanada de cadires plena d’espectadors amb els cinc sentits posats en l’actuació de Mamen García, hi havia el sector de la gespa (mític sector en els espectacles a l’aire lliure, o no?). Doncs cap allà anarem a menjar-se un bocata i a fer-se unes quantes birretes.
Quan la tal Mamen i la seua banda es van pirar de l’escenari, aparegué el plat fort de la nit: la pianista japonesa Hiromi. I nosaltres ens vam anar a gaudir l’espectacle a l’epicentre del públic. Va ser increïble.
Portava una banda de molta qualitat, però ella era una gran estrella: et portava on volia (a mi em va posar els ulls vidriosos de l’emoció al tema que va interpretar ella sola) i és tota una obvietat que va deixar-se la pell per tot el públic que hi era allí, vibrant amb la seua virtuositat i amb el seu nervi.
Hiromi, no se m’oblidarà mai aquest nom i aquest directe. En una paraula: Impressionant.
HIROMI
La joven pianista japonesa que actuaba el año pasado -en las últimas fechas del Festival-en las sesiones de Jazz de Medianoche no dejó a nadie disgustado. Y es que la propuesta musical de Hiromi tenía la suficiente fuerza y frescura como para hacer aficionados a la música a aquellos que tan sólo se daban una vuelta para poner la oreja, por pura curiosidad. Además, la simpatía de esta mujer, que se ganó también la del respetable con sus esfuerzos por presentar sus temas en castellano, conquistó a más de un indeciso.
En esencia, la artista repasó temas de su primer álbum, ‘Another Mind’, y de su siguiente entrega, ‘Brain’. Pero quienes ya conocían sus composiciones se vieron absolutamente sorprendidos del salto que había entre las grabaciones y la forma intensa, apasionada y poderosa con la que la teclista y su grupo abordaban la música y hacían de ella algo más vivo que nunca.
Nacida en Shizuoka, Japón, en 1979, Hiromi comenzó a tomar clases de piano con seis años. Ya en sus primeras etapas de aprendizaje, conjugó los aspectos técnicos con una aproximación intuitiva al instrumento y al hecho musical, gracias al enfoque de una profesora que trató de enseñarle a tocar no sólo con el oído sino también con el corazón. Y es algo que -aparte de una formación lo bastante sólida para tocar con una orquesta filarmónica checa- la adolescente demostró cuando tuvo un encuentro con Chick Corea. El genio del jazz la escuchó improvisar y, al día siguiente, tocaron juntos al final del concierto del maestro.
Más tarde llegarían trabajos más o menos alimenticios en el terriblemente competitivo mundo de la publicidad japonesa y, por fin, el encuentro con la casi inevitable escuela de música Berklee. Entre 1999 y 2003, la joven se formó en la institución de Boston y sus cualidades hicieron que grabara su debut discográfico con el apadrinamiento de Richard Evans y Ahmad Jamal.
Hiromi se confiesa admiradora de músicos tan diversos como el propio Jamal y Bach, Dream Theatre y Oscar Peterson o Franz Liszt y Sly and the Family Stone. Tal vez por ello no sea partidaria de etiquetar su música, en la que se reconocen -tal y como ella misma admite- elementos clásicos, de jazz y hasta de rock. Y quizá sea también un buen tema de discusión para los espectadores que disfruten del concierto en el Teatro Principal.
Natxo Artundo/El Correo
1 comentari:
Auroreta, la veritat és que el festival d’estiu de Jazz al Palau, éss de les coses que enyore…
Ací a Mallorca baix de ma casa també fan concertets els dijous, ja hi vindrem. Un besot.
Marc
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